La diferencia entre un relato corto y una novela reside en lo siguiente: un relato corto puede tratar de un crimen; una novela trata del criminal, y los hechos derivan de una estructura psicológica que, si el escritor conoce su oficio, habrá descrito previamente. Por consiguiente, la diferencia entre un relato corto y una novela no es muy grande; por ejemplo, La larga marcha, de William Styron, se ha publicado ahora como «novela corta», cuando fue publicada por primera vez en Discovery como «relato largo». Esto significa que si lo leen en Discovery están leyendo un relato, pero si compran la edición de bolsillo van a leer una novela. Con eso basta.
Las novelas cumplen una condición que no se encuentra en los relatos cortos: el requisito de que el lector simpatice o se familiarice hasta tal punto con el protagonista que se sienta impulsado a creer que haría lo mismo en sus circunstancias… o, en el caso de la narrativa escapista, que le gustaría hacer lo mismo. En un relato no es necesario crear tal identificación, pues 1) no hay espacio suficiente para proporcionar tantos datos y 2) como se pone el énfasis en los hechos, y no en el autor de los mismos, carece realmente de importancia —dentro de unos límites razonables, por supuesto— quién es el criminal. En un relato, se conoce a los protagonistas por sus actos; en una novela sucede al revés: se describe a los personajes y después hacen algo muy personal, derivado de su naturaleza individual. Podemos afirmar que los sucesos de una novela son únicos, no se encuentran en otras obras; sin embargo, los mismos hechos acaecen una y otra vez en los relatos hasta que, por fin, se establece un código cifrado entre el lector y el autor. No estoy seguro de que esto sea especialmente negativo.
Además, una novela, en particular una novela de ciencia ficción, crea todo un mundo, aderezado con toda clase de detalles insignificantes…, insignificantes, quizá, para describir los personajes de la novela, pero vitales para que el lector complete su comprensión de todo ese mundo ficticio. En un relato, por otra parte, usted se siente transportado a otro mundo cuando los melodramas se le vienen encima desde todas las paredes de la habitación… como describió una vez Ray Bradbury. Este solo hecho catapulta el relato hacia la ciencia ficción.
Un relato de ciencia ficción exige una premisa inicial que le desligue por completo de nuestro mundo actual. Toda buena narrativa ha de llevar a cabo esta ruptura, tanto en la lectura como en la escritura. Hay que describir un mundo ficticio totalmente. Sin embargo, un escritor de ciencia ficción se halla sometido a una presión más intensa que en obras como, por ejemplo, Paul’s Case o Big Blonde, dos variedades de la narrativa general que siempre permanecerán con nosotros.
En los relatos de ciencia ficción se describen hechos de ciencia ficción; en las novelas de este tema se describen mundos. Los relatos de esta colección describen cadenas de acontecimientos. El nudo central de los relatos es una crisis, una situación límite en la que el autor involucró a sus personajes, hasta tal extremo que no parece existir solución. Y luego, por lo general, les proporciona una salida. Sabe proporcionarles una salida; es lo único importante. Sin embargo, los acontecimientos de una novela están tan enraizados en la personalidad del protagonista que, para sacarle de sus apuros, debería volver atrás y reescribir su personaje. Esta necesidad no se encuentra en un relato, sobre todo cuanto más breve sea (relatos largos como Muerte en Venecia, de Thomas Mann, o la obra de Styron antes citada son, en realidad, novelas cortas). De todo esto se deduce por qué los escritores de ciencia ficción pueden escribir cuentos pero no novelas, o novelas pero no cuentos: todo puede ocurrir en un cuento; el autor adapta sus personajes al tema central. El cuento es mucho menos restrictivo que una novela, en términos de acontecimientos. Cuando un escritor acomete una novela, ésta empieza poco a poco a encarcelarle, a restarle libertad; sus propios personajes se rebelan y hacen lo que les apetece… no lo que a él le gustaría que hicieran. En ello reside la solidez de una novela, por una parte, y su debilidad, por otra.
Philip K. Dick (1968)
DICK, P.K., Cuentos Completos I, Minotauro, Barcelona, 2005.
Sobre Philip K. Dick:
El escritor norteamericano, Philip K. Dick es conocido por sus novelas y relatos de ciencia ficción, muchas de las cuales han sido llevadas al cine, destacando títulos como Blade Runner (“Sueñan los androides con ovejas eléctricas”), Una mirada a la oscuridad, Paycheck o Desafío Total, entre otras.
Dick está considerado como uno de los grandes autores de la segunda mitad del siglo XX, siendo ganador de premios tan prestigiosos como el Hugo, que recibió por su magistral ucronía El hombre en el castillo, el John W. Campbell, varios Gigamesh o un BASFA.
Nacido en una familia de clase media, Dick estudió sin graduarse en la Universidad de Berkeley, donde colaboró en programas de radio y se introdujo en el mundo de la contracultura y el movimiento Beat.
Pese al premio Hugo de 1963, Dick fue considerado en vida como un autor de culto y poco conocido para el gran público. Sus obras no le permitieron una independencia económica solvente pese a los más de 120 relatos que llegó a publicar.
La última parte de su obra escrita estuvo muy influida por una serie de visiones que, unidos a ciertos problemas psicológicos, le hicieron creer que estaba en contacto con una entidad divina a la que llamó SIVAINVI (VALIS). En sus últimos años, Dick mostró síntomas de una paranoia aguda, obsesión que se ve también reflejada en obras como Una mirada a la oscuridad.
Philip K. Dick murió el 2 de marzo de 1982 en Santa Ana
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