Si es fuego
tiene algo de hechizo
de estrella que se quema
en el confín de universo.
Si es fuego
tiene la fascinación
con que surge la paloma
del sombrero de los magos.
Si es fuego
es quemarse
es arder
sólo basta acercar un magiclic o un fósforo
y el fuego prende
y la llama podrá ser más intensa
o no.
Podrá ser más caliente
más o menos indiferente
llama azul o llama roja
pero es fuego
y cuando el combustible se acaba
el fuego se extingue y se apaga.
O para acabarlo
basta girar la llave de la hornalla.
Aunque veces se descontrola
y se transforma en un incendio
pero después de arder y arder
siempre se extingue.
No hay estrella en el universo
que vaya a arder por siempre,
se recicla, muere y vuelve a nacer.
No hay eternidad en el fuego,
solamente en la memoria del fuego
porque el fuego recuerda
quiénes lo encendieron.
Si es tormenta
es más despacio mucho más lento.
La tomenta se gesta, nace y crece.
Son nubes que se inflan, se ensanchan,
oscurecen el cielo como velo
que se corre, que se viene.
Luego empiezan uno a uno
los relámpagos: sutiles descargas
que cargan el aire eléctrico
por donde bajan los rayos.
Nace la luz en la penumbra,
son flashes, intermitencias
de luz y de sombra. El aire
vibra con la voz de los truenos.
Son gotitas que una a una van cayendo
y poco a poco, muy despacito
sube y sube el nivel de la siesta
hasta llegar a ser tormenta. Y
cuando la tormenta pasa y se va
la gruesa capa de nubes oscuras,
entonces nace la luz y se queda,
hay rayos que bañan todas las cosas,
y todas las cosas reflejan la luz.
Cada tormenta cree que es la última
y no recuerda cuando vendrá
la próxima tormenta.
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