Para Platón, “…nadie está dispuesto a ser engañado voluntariamente… respecto de las cosas que más le importan, sino que teme sobre todo ser engañado en cuanto a eso.” (PLATON, Libro II, 382a). Esta comprensión tan radical del engaño y, por añadidura, de la mentira, que Platón asociará luego a la mímesis y a todo arte mimético, marcará una diferencia fundamental con el pensamiento de su discípulo Aristóteles, para quien la mímesis será un recurso del lenguaje a fin de darle verosimilitud a las construcciones literarias. Pero la filosofía Platónica está demasiado atada a la búsqueda de lo verdadero como para autorizar la ficción. Para Platón sólo las cosas bellas son verdaderas, y sólo a través de lo verdadero es posible arribar a la tan necesaria idea de Bien. La estantería platónica no puede soportar el peso de la mentira, porque corre el riesgo de desbaratarse. Para Platón los poetas instalan engaños en el alma de los hombres, y un engaño aloja y retiene una mentira en su interior. De ahí que Platón se declare enemigo de los poetas y de los filósofos sofistas.
En cambio la mímesis tiene un enfoque completamente diferente en la filosofía aristotélica: “El imitar, en efecto, es connatural al hombre desde la niñez, y se diferencia de los demás animales en que es muy inclinado a la imitación y por la imitación adquiere sus primeros conocimientos, y también el que todos disfruten con las obras de imitación”. (ARISTOTELES, 1448b:5). Así, para Aristóteles, la poesía surge por efecto de la mímesis, primero, en improvisaciones, y luego va adquiriendo diferentes características y separándose en diferentes “especies”. Los primeros poetas imitaban ciertos caracteres que veían en otros, y de ahí, surgieron las diferentes especies miméticas, hoy llamados géneros literarios. Por ejemplo, la comedia, imitaba los caracteres bajos o los defectos de los hombres, y la tragedia los caracteres altos o las virtudes. Con el tiempo se fueron incorporando nuevos elementos al teatro griego: como el coro, el presentador o narrador, la escenografía, etc. Así las artes miméticas surgieron, para Aristóteles, como una imitación verosímil de la realidad, algo que no ha sucedido pero que bien podría haber sucedido.
Queda marcada así, entonces, una diferencia radical entre la filosofía platónica y la aristotélica para definir la mímesis; en el primer caso, como un engaño, y en el segundo, como ficción.
Bibliografía:
ARISTOTELES, Poética. Madrid: Gredos, 1974.
PLATON, República. Madrid: Gredos, 1988.
Sé el primero en comentar