Foto: Roeselien Raimond
Traducir es también darse el permiso para hacerlo. La traducción, de alguna manera, es una lectura autorizada. Hay que dejar que las palabras sean deglutidas por nuestro organismo, dejarlas que atraviesen el cuerpo y emerjan del otro lado en el nuevo lenguaje. Que debe ser, por supuesto, eco del lenguaje original.
ZORRO
Traducción: J.S.B.
Nunca sabrás hasta adónde
puede llevarte una oración, dependiendo
de cómo se pliega y se enrolla. Caminaba
sobre las dunas cuando vi
un zorro rojo dormido bajo la verde
rama de un pino. Flameó
en el dulce orden de su esencia,
la cola que estaba sobre el ocico
elevándose con aireado asombro
seguida por el fuego de los ojos
y las orejas puntiagudas y el delgado
cuerpo alargado y en cuatro
piernas atléticas en sus medias negras y
llegó hasta mí con un brillo nuevo que lo cambió
todo, sentí frío sentí calor casi muero
del gusto. Por supuesto la mente se mantiene
fría en su palacio escondido —sí, la mente demora
un poco más, ocupada en otras cosas más que la
felicidad, y la inspiración profunda. Con calma,
al fin, también se viene, corriendo
como salvaje, a ser llevada
con su hermana gemela, la exhalación. Permanecí así
sobre la pálida arena aduraznada, observando al zorro
desplegarse como una flor, y comencé
con delicadeza, a elegir entre la vasta variedad de palabras
que podrían decirse una vez y otra vez a lo largo de la página
que una y otra vez deberían estremecerte con su elogio.
FOX
Mary Oliver
You don’t ever know where
a sentence will take you, depending
on its roll and fold. I was walking
over the dunes when I saw
the red fox asleep under the green
branches of the pine. It flared up
in the sweet order of its being,
the tail that was over the muzzle
lifting in airy amazement
and the fire of the eyes followed
and the pricked ears and the thin
barrel body and the four
athletic legs in their black stockings and it
came to me how the polish of the world changes
everything, I was hot I was cold I was almost
dead of delight. Of course the mind keeps
cool in its hidden palace—yes, the mind takes
a long time, is otherwise occupied than by
happiness, and deep breathing. Still,
at last, it comes too, running
like a wild thing, to be taken
with its twin sister, breath. So I stood
on the pale, peach-colored sand, watching the fox
as it opened like a flower, and I began
softly, to pick among the vast assortment of words
that it should run again and again across the page
that you again and again should shiver with praise.
SOBRE LA AUTORA:
MARY OLIVER (1935 – 2019). Mary Oliver nació el 10 de septiembre de 1935 en Maple Heights, Ohio. Cuando era adolescente, vivió brevemente en la casa de Edna St. Vincent Millay en Austerlitz, Nueva York, donde ayudó a la familia de Millay a clasificar los papeles que dejó el poeta. A mediados de la década de 1950, Oliver asistió a la Universidad Estatal de Ohio y al Vassar College, aunque no obtuvo un título. La primera colección de poemas de Oliver, No Voyage, and Other Poems (Houghton Mifflin Company), se publicó en 1965. Luego publicó más de quince colecciones de poesía, entre ellas Blue Horses (Penguin Press, 2014); Mil mañanas (Penguin Press, 2012); Swan: poemas y poemas en prosa (Beacon Press, 2010); Pájaro Rojo (Beacon Press, 2008); Sed (Beacon Press, 2006); Por qué me despierto temprano (Beacon Press, 2004); Búhos y otras fantasías: poemas y ensayos (Beacon Press, 2003); Horas de invierno: prosa, poemas en prosa y poemas (Mariner Books, 1999); Viento del Oeste (Compañía Houghton Mifflin, 1997); Pino Blanco (Harcourt, Inc., 1994); Poemas nuevos y seleccionados, volumen uno (Beacon Press, 1992), que ganó el Premio Nacional del Libro; House of Light (Beacon Press, 1990), que ganó el premio Christopher y el premio L. L. Winship/PEN New England; y American Primitive (Little, Brown, 1983), por la que obtuvo el premio Pulitzer.
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